El dilema del dirigente

La crisis de los partidos políticos en nuestro sistema político Mexicano lleva aproximadamente 20 años, cada uno con sus propios problemas internos pero unidos en un punto en común, la falta de liderazgos. Ese desinterés de construir nuevos liderazgos con vocación política ha sumergido a los partidos políticos en una espiral de descredito social y solo siguen existiendo porque no hay otro camino viable para acceder al poder y lograr la representación de la gente en la toma de decisiones.
Pero el desinterés del que hablo viene desde quienes dirigen a los partidos políticos, ese Dirigente que de manera cerrada y con todo a modo es “elegido” por sus compañeros miembros de una comisión o de un órgano interno a modo, el PAN nos guste o no tenía un sistema muy democrático, transparente y hasta envidiable para resolver todas sus pugnas internas y donde el piso parejo no se tenía que exigir por que el blindaje mismo de sus estatutos y de la calidad de sus miembros lograban encontrar la ruta del debate libre, el diálogo inteligente y el consenso entre iguales, lamentablemente eso ya no existe en ese partido y como consecuencia han perdido espacios importantes en el país por ceder su credibilidad y decencia publica al pragmatismo más vulgar de la política.
Morena es el partido más joven y exitoso electoralmente que hay en nuestro país, a pesar de eso todo su sistema interno gira alrededor de la voluntad de un solo hombre, su fundador y hoy Presidente de la República, divididos internamente y compitiendo para ver quién es el más zalamero con el “gran líder”, no han entendido que a la inmensa mayoría de Mexicanos no nos interesa la creación de un mito forzado, queremos resultados, queremos empatía, queremos dignidad en la política.
Y hablar de los partidos políticos y sus dirigentes en Tabasco es aun peor que en lo nacional, a lo largo de mi carrera activa en la política (12 años), he conocido, tratado, platicado, sufrido y tolerado a dirigentes de diversos partidos y/o liderazgos con poder dentro de ellos y han sido en general muy malas experiencias. El dilema de un dirigente es no saber para qué quiere ser dirigente de un partido político, muchos ni siquiera saben por qué militan dentro en uno, algunos llegan por imposiciones de una cúpula, otros por el dedazo de un solo hombre, pero al final todos siguen el mismo patrón y terminan haciendo lo siguiente: cerrar el partido político a los ciudadanos. Se vuelven cadeneros de los padrones de militantes porque desde esa dirigencia encuentran un modus vivendi, un motivo económico, no ideológico ni mucho menos de vocación política.
Por eso fracasan, por eso ya no les alcanzan sus simulaciones de “construir comités”, por eso la sociedad civil organizada, emprendedores y colectivos no los pelan y les dicen fuchi. El Dirigente de un partido prácticamente se ha convertido en un personaje gris, sin mayor impacto en la colmena colectiva ciudadana, lo que digan es irrelevante, sus posicionamientos pasan desapercibidos y si bien les va logran ser un meme. Pero ninguno sale del círculo rojo de la política, ninguno impacta mas allá de la burbuja política a la que algunos pertenecemos por dedicarnos a ella. La inmensa mayoría de la población está en otra dinámica.
El dilema de un dirigente en Tabasco es entender en qué realidad estamos viviendo, el público cambió, la sociedad misma es otra, las causas y lo que nos importa a los milenials y centenials no están en la comprensión del político tradicional y solo terminan por obstaculizar la evolución de la política del Siglo XXI. Ojalá en Tabasco algunos entiendan este mensaje, ojalá en los cambios de dirigencia que se aproximan se ponga en el centro el objetivo de ciudadanizar y dignificar a la política y se deje a un lado la idea de llegar a hacer negocios con sus cuates de siempre manteniendo un club de tobi que a nadie le sirve y a nadie le importa.